Un ejemplo de pasión, creatividad y amor para las siguientes generaciones
Como dijo Erich Fromm “la creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas” y algo así debió pensar José Antonio Mateo Flórez cuando tuvo una radiografía en sus manos y vio en este material la oportunidad de crear sus propias obras de arte mediante el grapel (grabado sobre película). El pasado octubre tuvimos la oportunidad de conocer a José Antonio en la feria del senior que organiza 60 y mucho +.
José Antonio tiene 85 años, nació en Zamora y podemos decir que es un artista desde siempre. Durante su adolescencia comenzó a pintar sus primeros óleos y acuarelas, pero no tardó en comenzar a innovar con nuevas técnicas y materiales. Un ejemplo es La Iglesia de Granja de Torrehermosa realizada con pipas de sandía, que le valió su primera aparición en prensa. Como muchos otros jóvenes, Mateo emigró al norte de Europa y a su vuelta se estableció en Madrid donde a partir de 1979 comenzaría a desarrollar la técnica que le ha dado más reconocimiento: el grapel. José Antonio ha expuesto en numerosas ocasiones sus obras sobre papel de radiografía, siempre buscando crear nuevas sensaciones a través de los motivos que plasma y de jugar con la aplicación de luz a la placa radiográfica. El mejor ejemplo de esta combinación la expuso en la EXPO’92 de Sevilla.
Alerces tuvo la suerte de poder coincidir con José Antonio en la feria del senior, pero también de poder compartir con él unos momentos para conocerlo mejor y saber más de su obra y, sobre todo, de su trayectoria. A sus 85 años, sigue siendo una persona activa en su vida personal y cultivando su faceta artística, aunque actualmente tiene complicado seguir creando cuadros mediante el grapel porque el tipo de radiografías que él utiliza es complicado de encontrar.
Descubrimos a una persona apasionada por la vida, curiosa y activa que quiere que su obra sea visible, no por un reconocimiento hacia él, sino para poder a enseñar a otros jóvenes y transmitir su conocimiento y técnica. Mateo es una persona sensible de una calidad humana excepcional. Tiene una rutina muy activa, con 85 años, cuida de su mujer, se encarga de las tareas de la casa y siempre encuentra tiempo para salir con sus amigos a tomar una cerveza. Además de seguir trabajando en nuevos cuadros, para los que mantiene un pulso perfecto, toca varios instrumentos.
Sus referentes son Da Vinci, Dalí y Picasso porque admira su creatividad y búsqueda constante de innovación. Su producción ha sido muy prolífica: en su casa conserva más de 500 láminas que puede guardar sin problema porque son finas, y ha llegado a exponer en New York aunque no recibió todo el reconocimiento que merece.
Durante el tiempo que compartimos con él, descubrimos que José Antonio tiene aquello que buscamos en Alerces: personas que quieran enseñar a otras generaciones todo lo que aprendieron para que no quede en el olvido como en el caso de Mateo, a quien le encantaría encontrar a jóvenes con la misma pasión que él para compartir su técnica. Las ganas de compartir y enseñar a otros tienen que ver con su forma de crear y con sus valores: fidelidad, amor y creatividad. Si pudiera pedir un deseo, pediría tener 30 años menos para seguir haciendo lo que hace.
La importancia de las redes de ayuda en el aprendizaje de la lengua
En su juventud, José Antonio tuvo que emigrar a Alemania como tantos otros jóvenes españoles, y gracias a su facilidad para aprender idiomas, no necesitó más de un mes para saber desenvolverse en alemán. Durante este período ayudó con el idioma a otros trabajadores que como él habían emigrado buscando un futuro mejor.
Mateo está orgulloso de la vida que ha llevado y todo lo que ha conseguido, sobre todo de formar una familia de la que se siente muy orgulloso: su mujer, sus hijos y sus nietos, a los que continúa cuidando y admirando. Recuerda que su mujer le decía que dejara de grabar las radiografías porque le parecía una pérdida de tiempo, pero sus ganas de expresarse, de plasmar su curiosidad y de encontrar nuevas técnicas lo mantenían enfocado e ilusionado. A día de hoy José Antonio no ha vendido ninguna de sus láminas, pues considera que las horas que ha invertido no tienen precio. Por ejemplo, el Palacio de Moscú le llevó más de 150 horas de trabajo.
Este fue el consejo que nos transmitió para los jóvenes: “tienen que disfrutar más, les aconsejo que busquen cambios si hay algo que les incomode, que viajen para alimentar la curiosidad por la vida y para buscar nuevas oportunidades laborales si así lo necesitan”. Hemos aprendido mucho de él, admiramos su pasión por la vida y su persistencia en sus pasiones, que le hacen no conformarse con nada y buscar siempre ir un paso más allá. El arte y la creatividad no se jubila.
Recomendamos visitar su página web para conocer más sobre sus obras.
