Cuando pensamos en aquellas personas que nos provocan admiración a menudo no somos capaces de ver más allá de sus logros. Es cierto que solemos ser conscientes de que, tras grandes descubrimientos o acciones, se puede vislumbrar parte del trabajo previo, pero muy pocas veces vemos más allá: muy pocos personajes relevantes consiguieron llegar a lo que son sin ayuda.
Esta afirmación no pretende desmerecer ningún logro, pero sí señalar un hecho fundamental: el ser humano es un ser social que se desarrolla en comunidad y que no podría haber evolucionado sin sus congéneres. El conocimiento no vale nada si no se transmite y esta premisa tan básica es el pilar de la mayoría de hitos históricos. ¿Dónde hubiéramos llegado si civilizaciones anteriores no nos hubieran dejado en herencia sus recursos? ¿Qué habilidades tendríamos? Y, por otro lado, ¿dónde habríamos podido llegar si pudiéramos acceder a toda la información de la humanidad? Es tan abrumador que resulta imposible de imaginar.
Figuras relevantes que tuvieron un mentor

Si pensamos en los grandes genios de la historia, uno de los primeros que nos viene a la mente es Einstein. Aunque sus descubrimientos científicos han trascendido mundialmente, pero poca gente sabe que E=mc2 podría no existir sin Max Talmey, gran influencia del científico en su época de estudiante. Es más, ¡esa teoría podría no haber llegado jamás a nosotros sin la difusión del trabajo de Einstein que realizó Talmey en Estados Unidos! Pero no todo ha de ser ciencia, pensemos en las artes: Frida Kahlo heredó su visión artística y su reivindicación feminista de su padre Wilhem Kahlo, que la introdujo en ambas disciplinas desde su más tierna infancia. Un caso similar es el de Leonardo Da Vinci; el que fuera una de las figuras más polivalentes del Renacimiento no habría llegado a cultivarse también en las artes de no haber sido por su abuela paterna, también ceramista.
Nos queda claro que la figura del mentor es antigua pero ¿sabemos realmente cuánto? Recordemos a Aristóteles. El rey de la metafísica clásica siempre se presenta en contraposición a las ideas de su maestro, Platón. Lo mismo ocurre con Martin Luther King y su mentor, el doctor Benjamin Mays. La relevancia de las ideas de los primeros es proporcional al apoyo, la enseñanza y la guía de los segundos. No podemos siquiera pensar qué sería de la sociedad moderna sin sus ideas.
Y hoy en día la dinámica se mantiene: Oprah Winfrey afirmó en televisión que nunca hubiera llegado al estrellato televisivo sin su mentora, la poeta Mayra Angelou. Lo mismo declaró Mark Zuckerberg tras el fallecimiento de Steve Jobs; con su muerte no solo perdía un amigo, también un maestro. En la misma línea tecnológica encontramos a Bill Gates: su profunda admiración por el CEO de Berkshire Hathaway le llevó a requerir su asesoramiento en sus proyectos más complejos.
La Madre Teresa de Calcuta podría estar muy lejos de su premio Nobel de la Paz sin la ayuda de su mentor, el Padre Michael van der Peet, profundamente implicado en el legado de la misionera. Igual que Chita Rivera de los escenarios: sin el apoyo de Doris Jones, maestra de la cantante y actriz, no hubiera llegado a conquistar Broadway.
Muchos de estos mentores eran, hasta hoy, anónimos para nosotros. Lo que resulta indudable es que gracias a su enseñanza y experiencia se forjaron grandes personajes, conocidos por todos. Si algo nos queda claro es que teniendo el apoyo de la persona adecuada hasta la idea más pequeña puede cambiar el mundo.
